Si has aterrizado en la costa de Almería, probablemente ya has notado ese sol que no engaña y esa brisa con sabor a salitre. Pero te aseguro que, más allá de la sombrilla y el todo incluido de Roquetas de Mar, late una provincia de contrastes tan fascinantes que es un crimen no explorarla. Almería es una tierra de cine, de esparto, de desierto y de mar, todo a la vez.
Así que, si te preguntas cuáles son los pueblos más bonitos cerca de Roquetas de Mar, permíteme que te pinte un atajo: vete a Guardias Viejas a por historia a pie de playa, piérdete en la Sierra de Gádor para descubrir la sorpresa de Berja, date un baño termal en Alhama de Almería, déjate el sueldo en artesanía en Níjar, o siente el espíritu del Far West en Tabernas.
Esta es una ruta sin filtros, una selección de esos pueblos bonitos cerca de Roquetas de Mar que no solo merecen una visita, sino que te obligarán a encender el GPS de la curiosidad.
Los pueblos bonitos cerca de Roquetas de Mar
Prepárate para cambiar el olor a crema solar por el de tierra seca y jazmín. Dejo el chaleco de guía turístico en el coche y te invito a ponerte las zapatillas más cómodas para descubrir el carácter más auténtico de la provincia. Estos son los destinos que me hicieron parar, observar y confesar que no esperaba mucho… y acabé mirando apartamentos en Idealista.
Guardias Viejas
Esto es historia marinera con un toque de melancolía. Guardias Viejas es, a mi juicio, el más accesible de estos pueblos bonitos cerca de Roquetas de Mar para una escapada corta. Su protagonista absoluto es el Castillo de Guardias Viejas, una mole defensiva que resiste en primera línea de playa desde el siglo XVIII. Te prometo que la luz del atardecer sobre su piedra antigua es, sin exagerar, una de las mejores excursiones desde Roquetas de Mar que puedes hacer.

El silencio aquí tiene el sonido de las olas rompiendo suavemente y del viento colándose por las aspilleras de la fortaleza. Es un sitio perfecto para entender que no todo tiene que ser grandioso para ser memorable. Dentro del castillo, a veces montan exposiciones que son la excusa perfecta para asomarse a su terraza y sentir que eres el único habitante del lugar.
¿Qué se puede hacer en Guardias Viejas aparte de ver el castillo?
Después, no busques grandes restaurantes; busca ese chiringuito de toda la vida donde el pescado frito huele a gloria. Es ese tipo de pueblo que te regala la sensación de haber descubierto un pequeño tesoro que solo comparten los locales y tú. Y sí, es uno de esos pueblos bonitos cerca de Roquetas de Mar que te pide volver.
Berja
Berja es la inesperada, la que te obliga a subir a la Sierra de Gádor y te premia con un paisaje que no creías posible tan cerca de la costa. Me sorprendió su casco antiguo, elegante y bien conservado, con casonas burguesas que recuerdan su pasado minero y la riqueza que el plomo trajo a la zona. Al llegar, la vista de la vega verde, enmarcada por la montaña, es un contraste visual brutal con el ambiente playero.

El aire aquí es más fresco y la luz parece tener otro color, más nítido, como si el sol se filtrase por un cristal antiguo. Tienes que ir a la Fuente de Don Antonio, un rincón refrescante y con solera que te conecta directamente con la historia de este municipio. Es el lugar ideal para una de esas escapadas desde Roquetas de Mar cuando el calor de la playa aprieta demasiado.
Sus calles son un laberinto silencioso de arquitectura andaluza, y si te fijas bien, verás el rastro de su esplendor en cada reja y en cada balcón florido. Confieso que no esperaba mucho… y acabé mirando las fachadas con esa envidia sana que da lo auténtico.
Alhama de Almería
Si lo que buscas es un reseteo total, sin artificios, este es tu destino. Alhama de Almería no es de esos pueblos que te deslumbran a primera vista, sino de los que te atrapan por su esencia, que es el agua. Su nombre, al-Hamma, ya te da la pista: el baño o la fuente de agua caliente.

La clave aquí es el Balneario de San Nicolás, cuyo poder curativo ya conocían los romanos y los árabes. Las aguas termales son su gran reclamo, y te aseguro que meterte en ellas tras un día de coche es el mejor bálsamo. El pueblo en sí tiene ese aire sereno y pausado del interior, con un aroma a tierra mojada muy característico.
¿El agua de Alhama de Almería es realmente termal?
Absolutamente sí, brota a una temperatura constante y agradable que no necesita calentarse artificialmente. Siente la paz al caminar por el Paseo de las Palmas, que te lleva hasta el balneario, observando la vida cotidiana que transcurre a un ritmo mucho más lento que en la costa. Este sitio te obliga a bajar dos marchas, a escuchar el murmullo del agua y a dejar el móvil en el bolsillo.
Níjar
Si te imaginas un lugar donde las calles huelen a esparto nuevo y a piedra antigua, es este, sin duda. Níjar es un pueblo blanco que parece recién sacado de una postal, pero con un carácter artístico que le da un toque distintivo. Es el centro neurálgico de la artesanía almeriense, y es prácticamente imposible irse sin una pieza de cerámica o una jarapa.

El impacto visual al llegar es brutal, ese blanco inmaculado de las casas bajo el sol de la mañana es deslumbrante. No te conformes con la calle principal; piérdete por sus callejones empinados, donde las macetas de geranios compiten en color con las fachadas. Tienes que visitar la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación y, sobre todo, dedicar tiempo a la Cuesta de la Muela.
Esto no es postureo, es puro carácter local en zapatillas, y ver a los artesanos trabajando es una lección de tradición. Sinceramente, es mi favorito de los pueblos bonitos cerca de Roquetas de Mar por la energía creativa que se respira en cada rincón.
Tabernas
Ahora sí, agarra tu sombrero porque entramos en el lejano oeste. Tabernas es el único desierto de Europa, un paisaje árido y dramático que ha sido el set de rodaje de cientos de westerns. Si te acercas a Tabernas, no es por su casco urbano, que es humilde y auténtico, sino por esa extensión infinita de tierra que te rodea.

La luz aquí es dura, implacable, pero espectacularmente fotogénica, y el silencio, a veces, solo lo rompe el silbido del viento. Es una experiencia sensorial de calor seco y amplitud que tienes que vivir para entender. Tienes la opción de ir a los poblados del oeste (Oasys MiniHollywood), que son una divertida reliquia cinematográfica.
Mi consejo: para de camino en algún mirador para solo observar la inmensidad del paisaje. La sensación de estar en otro continente es instantánea y adictiva. Las montañas tienen formas caprichosas, erosionadas por miles de años, y es un paisaje que te recuerda que la belleza a veces reside en lo inhóspito.