Barcelona es una provincia que a menudo se asocia con el bullicio de la gran urbe, pero si te mueves por la costa del Maresme, el ritmo cambia por completo. Aquí, el paisaje lo dicta el paso del tren de cercanías, que serpentea pegado a la arena, y ese aroma a sal y pinos mediterráneos que se mete por la ventanilla del coche.
Pineda de Mar es un punto de partida estratégico, un lugar que conserva ese aire de veraneo familiar de toda la vida, con sus plazas amplias y su paseo marítimo infinito. Sin embargo, te aseguro que lo mejor ocurre cuando decides explorar los alrededores y descubres que cada parada tiene una personalidad propia, a veces burguesa y modernista, otras veces puramente marinera. Buscar pueblos bonitos cerca de Pineda de Mar es, en realidad, una excusa perfecta para entender que el Mediterráneo no es solo un mar, sino un estado mental que se saborea mejor con una copa de vino blanco de Alella frente a una cala de rocas.
Si tienes ganas de moverte, basta con recorrer unos pocos kilómetros por la N-II para encontrarte con estos rincones que mantienen el pulso auténtico de la costa catalana.
Los pueblos bonitos cerca de Pineda de Mar que no puedes perderte
Calella
Calella tiene ese aire de ciudad que se sabe guapa, con un casco antiguo de calles estrechas donde todavía se escucha el murmullo de las vecinas que salen a comprar el pan. Lo que realmente te vuela la cabeza es subir hasta el Faro de Calella, una torre blanca y rotunda que vigila el horizonte desde un promontorio.

Desde allí arriba, el Mediterráneo parece un manto de terciopelo azul y el viento te trae el eco de las olas rompiendo contra las rocas de las calas vecinas. Es uno de esos pueblos bonitos cerca de Pineda de Mar donde la luz del atardecer tiñe las fachadas de un naranja tan cálido que te obliga a sacar el móvil cada dos minutos. No dejes de pasear por el Dalmau, un parque lleno de pinos y senderos donde el aire huele a resina y tranquilidad.
Sant Pol de Mar
Sant Pol es, sencillamente, el pueblo que dibujarías en una postal si quisieras presumir de vacaciones mediterráneas. Sus casas blancas parecen trepar por la ladera, todas orientadas hacia una vía del tren que aquí no estorba, sino que añade un toque nostálgico al paisaje.

Te recomiendo subir hasta la ermita de Sant Pau, un balcón privilegiado donde el silencio solo lo rompe el paso lejano del ferrocarril. Es un lugar de pescadores reconvertido en refugio de artistas, con una luz tan limpia que las sombras sobre la arena granulada parecen pintadas con escuadra y cartabón. En la lista de pueblos bonitos cerca de Pineda de Mar, este es el que te roba el corazón por su elegancia discreta y sus rincones que huelen a cocina marinera de la buena.
Canet de Mar
Si te gusta el Modernismo pero odias las colas de Barcelona, Canet de Mar es tu sitio; aquí las fachadas parecen de encaje de piedra y hierro forjado. Caminar por la Riera es un ejercicio de observación constante, con casas que son verdaderas obras de arte de Lluís Domènech i Montaner, quien dejó aquí su sello más personal.

Me encantó descubrir el Castillo de Santa Florentina, que aunque está un poco más retirado, parece sacado de una serie de fantasía medieval con sus torres puntiagudas. El ambiente es relajado, de gente que se saluda por la calle y de comercios que llevan abiertos cincuenta años sin haber cambiado ni un solo cartel. Es un rincón con solera donde el patrimonio se toca con las manos y el ritmo lo marca el sol que calienta los adoquines.
Malgrat de Mar
Malgrat tiene un punto divertido y ecléctico; es ese pueblo que combina una zona turística vibrante con un centro histórico que es puro carácter local en zapatillas. Lo que más me sorprendió fue el Parc del Castell, un espacio verde elevado donde puedes contemplar toda la línea de la costa mientras los niños corren por las zonas de juegos.

Hay un contraste muy curioso entre las antiguas casas de maestros y las iglesias neoclásicas que se asoman al bullicio de las terrazas llenas de gente tomando el vermut. Entre los pueblos bonitos cerca de Pineda de Mar, Malgrat destaca por su capacidad de acogida y por tener una de las playas más amplias de la comarca. Es el lugar ideal para comprar productos de la huerta local en el mercado y sentir que, por un momento, tú también perteneces a este pedazo de litoral.
Blanes
Blanes es la puerta de entrada a la Costa Brava y eso se nota en el relieve, que empieza a volverse más salvaje y escarpado. Tienes que subir sí o sí al Castillo de Sant Joan, que corona la colina y te ofrece la panorámica definitiva de la bahía y el famoso puerto pesquero.

Ver los barcos entrar a puerto con la captura del día mientras los reflejos del sol bailan en el agua es un espectáculo que no caduca. También puedes perderte por el Jardín Botánico Marimurtra, donde las plantas exóticas compiten en belleza con los acantilados que mueren directamente en el mar. Es un pueblo con fuerza, que huele a pescado fresco y a tierra húmeda, cerrando este recorrido con la promesa de que lo mejor del norte está por venir.