Discurso de Íñigo Errejón en el Congreso de los Diputados

25/03/2020

 
PRIMERA INTERVENCIÓN

Me van a permitir que antes de comenzar salude a todos los vecinos de España. Pero en primer lugar a los míos, en mi calle. Dentro de cinco minutos es el aplauso y no he faltado ningún día al balcón para aplaudir. Hoy habrá mucha gente que salga y lo hará en una semana muy dura, en una semana difícil, en una semana en la que estamos asumiendo datos que van a ser muy duros; y quiero recordarles a mis vecinos y a todos los vecinos de España que los momentos más difíciles son los que a menudo templan a un pueblo, y que los malos días van a pasar y que vamos a salir de esta.

Está circulando la anécdota sobre una antropóloga feminista norteamericana, Margaret Mead, a la que un día una estudiante le preguntó cuál era el primer signo de civilización en una sociedad, cómo se podía saber cuál era el primer signo de civilización. Y los estudiantes hacían quinielas sobre si eso era el arado, sobre si era un anzuelo, sobre si era una piedra para afilar o sobre si era el descubrimiento del fuego. Y la profesora respondió diciendo que el primer siglo de civilización que ella podía datar en una sociedad es un hueso de fémur que se había fracturado y que después se había cicatrizado. Porque era imposible que un fémur hubiera curado si no era con la ayuda de alguien. En sociedades sin civilización, en comunidades sin civilización, un fémur que se rompe supone que uno no puede buscar agua, no puede conseguir comida o no puede huir de los depredadores. El primer fémur cicatrizado indicaba que por primera vez en la humanidad no éramos desconocidos el uno para el otro, sino que teníamos instituciones de solidaridad que cuidaban, también de los que habían tenido mala suerte o de los más débiles. Y ese es exactamente el desafío que tenemos por delante hoy.

Hoy no tenemos la elección de si salvarnos de esta situación individual o colectivamente. Incluso por egoísmo individual, la única salida racional es la salida en común. Es imposible salir de esta si no es con un Estado fuerte, si no es con una comunidad fuerte, si no es retrocediendo en algunos de los errores que cometimos en los años de la anterior crisis, enmendándolos y saliendo hacia adelante con medidas que aseguren que nos cuidamos. Yo sé que hay mucha gente a la que no les gusta que se utilicen metáforas bélicas, y es verdad que no estamos librando una guerra, de violencia, de balas. No se trata de matar a más gente, se trata de salvar vidas. Pero sí que es verdad que estamos librando un esfuerzo sostenido; no es una catástrofe natural que pasa en un día. Es un esfuerzo del que solo podemos salir si conseguimos aunar todas las manos y todos los esfuerzos por encima de cualquier interés particular. Y es un esfuerzo que al día siguiente nos va a conminar a la reconstrucción de todo lo que haya sido destruido. Es ya un consenso que esto hay que hacerlo “whatever it takes”, que esto hay que hacerlo cueste lo que cueste. Que tanto en el frente sanitario, para salvar vidas; como en el frente económico, para proteger a las familias, para proteger a las empresas, para garantizar que después de la crisis sanitaria no tenemos esperando una segunda crisis, hay que hacer todo lo que esté en nuestras manos. Los números de la crisis sanitaria ya se han dicho: cerca de 3500 fallecidos, cerca de 50000 contagiados. Nos asustan y nos indican que hay que hacer mucho más. Los números del impacto económico ya apuntan a ser devastadores: 2,5 puntos del PIB en la zona euro perdidos, hasta un 12% de reducción del PIB en España este trimestre. Cerca de 100.000 empleos perdidos cada día de la primera semana de confinamiento. 100.000 empleos perdidos. 

Me hubiera gustado que la Unión Europea lo entendiera. Me hubiera gustado que la Unión Europea hubiera puesto más de su parte para paliar esta situación y para un plan ambicioso que nos permitiera hacer frente a esta crisis, básicamente porque si necesitamos la Unión Europea es exclusivamente para esto: creamos la Unión Europea para momentos como este.

Ojalá la Unión Europea se diera cuenta, pero si no se da cuenta es el Gobierno español el que tiene que tomar la decisión de anticiparse y de ir más lejos, tanto en el frente sanitario como parando toda la producción que no sea inmediatamente imprescindible para el sostenimiento del país. Hoy han fallecido dos trabajadores de la Empresa Municipal de Transportes en los autobuses de Madrid porque no tienen la protección suficiente. Hay que parar toda la producción y garantizar que quien trabaja trabaja plenamente protegido. Y en el frente económico: hace una semana, en un pleno como este, con un poco menos de gente, utilicé la metáfora de que necesitamos poner en marcha un Plan Marshall. Tenemos que reconstruir lo que se va a destruir durante estos meses de confinamiento, durante estos días tan duros en términos sociales y en términos económicos.

En ese momento parecía una cosa estrafalaria e incluso hubo quien lo que calificó de una excentricidad o de un radicalismo. Hoy está en boca de todos, y eso es una buena noticia, pero no basta con que esté en boca de todos. Hay que aplicarlo. El plan Marshall supuso la movilización cada año en torno al 5 y el 6% del PIB para la reconstrucción de las economías en Europa. El proyecto que el Gobierno trae implica la movilización de un 1,4% del PIB. Está bien que mencionemos el Plan Marshall, pero hay que multiplicar por cinco para estar a la altura. 

Hoy mismo el Banco de España publica los datos sobre el impacto de las medidas fiscales en relación al PIB. Alemania moviliza un 3,5%, Corea del Sur un 2,9%, España un 1,4%.  Hay que multiplicar por cinco, además, porque ahora sí que no hay ninguna otra alternativa. 

Asistimos a un fenómeno curioso con el neoliberalismo. Antaño una ideología triunfante, hoy se retira y simplemente no comparece. Hoy nadie oye hablar de que haya que recortar más en sanidad o en residencias. Nadie nos dice eso de que lo privado es más eficaz. Nadie oye hablar de que hay que liberalizar más mercados, ¿verdad?. La mano invisible del mercado ni está ni se la espera y ni sus más firmes defensores dicen hoy nada de ella. Hoy parece que simplemente no están y no comparecen. Decía Carl Schmitt que la norma no explica nada; es la excepción la que explica todo bien. 

Resulta que en momentos de excepción, en momentos de recesión, necesitamos un Estado más fuerte. Necesitamos más servicios públicos, necesitamos una comunidad más fuerte, necesitamos instituciones que nos cuiden y necesitamos embridar el mercado poniendo un fin por encima de la especulación, el fin de garantizar la vida y de proteger a la sociedad. Con este consenso, con el aprendizaje empírico de que las medidas de 2008 no bastaron. De hecho, fueron contraproducentes: fueron más bien un “coge el dinero y corre” para rescatar a algunos que hoy se lavan las manos y no quieren rescatar al resto.

Hay un consenso en la sociedad, hay un consenso entre los expertos, y hay muchos recursos. Permítanme que lo diga: cuando estamos unidos y tenemos claro algo, es evidente que hay recursos. Nunca como hasta hoy ha sido tan evidente e inmediatamente política la economía, nunca como hoy que descubrimos que, cuando los necesitamos, los recursos existen. Con todas estas condiciones, lo que hace falta es determinación, lo dije en esta misma tribuna; al menos como Italia y como Francia. Por todas partes, en todos los lugares donde la crisis está golpeando, los más furibundos fanáticos del mercado corren a abrazar medidas de carácter y de orientación socialista. Sería una ironía, estarán ustedes de acuerdo conmigo, que un gobierno encabezado por el Partido Socialista, cuando los neoliberales corren a pedir medidas socialistas, llegará tarde o no se percatara por llegar a semanas después, pudiendo haber paliado mucho sufrimiento. 

Por qué digo que las medidas son insuficientes: en primer lugar porque hay que pararlo todo, y para que todo el mundo pueda parar todo el mundo tiene que poder parar con la tranquilidad de que, mientras los españoles se recluyen, el Estado cuida de ellos. Y en segundo lugar, porque para que el paisaje que nos encontremos después no sea de devastación hace falta una política más ambiciosa. No para que me guste a mí, no para que le guste a Más País o a Equo; sino para que no estemos aquí la semana que viene discutiendo de lo evidente. Porque nosotros podemos perder una semana pero las familias a veces no pueden perder una semana, los autónomos no pueden perder una semana, quienes han sido despedidos de su trabajo no pueden perder una semana. Y porque debemos anticiparnos para no ir por detrás de la crisis.

Vamos muy tarde en tema de alquileres; es necesario cancelar los alquileres de quienes estén pagando a fondos buitres, a multipropietarios o a bancos. Vamos demasiado tarde. Está bien recomendar a las empresas que no despidan, pero hay que prohibir que se despida. Hay que garantizar que nadie se queda sin ningún ingreso y eso se hace con un ingreso básico de emergencia. 

Decía que son imprescindibles medidas de protección a los autónomos, incluso si no han sufrido pérdidas por encima del 75%; suspensión de sus cuotas, de sus cotizaciones y de sus alquileres. Es fundamental que aprendamos de esta y que apliquemos un 135 al revés: un suelo mínimo de ingresos para la sanidad pública, que ya está suficientemente golpeada. 

Estamos en la cola en Europa después de muchos recortes: estamos en la cola de camas, estamos en la cola de plazas disponibles en las UCIs y estamos en la cola de gasto por habitante. Alemania invierte prácticamente el doble que nosotros. Y tengo la sensación de que, cuando uno habla de que hay que movilizar mucho ingreso público, tiene que ser honesto y tiene que decir de dónde va a salir; porque si no se dice dónde va a salir eso es posible que después se convierta en recortes a las espaldas de las familias trabajadoras. 

Toda España entiende hoy en día que hay que arrimar el hombro. Es un momento de arrimar el hombro y ahora hay un debate que se ha abierto, en mi opinión un tanto ficticio, sobre la filantropía de los multimillonarios, y se hacen públicas las listas de cuánto donan los multimillonarios. A mí me parece bien que quien quiera, sobre todo si tiene muchísimo margen, done lo que le parezca bien. Pero en un país serio esto se hace a través del Estado de bienestar. Se hace a través del Estado de bienestar para que podamos calcular. Y no hay que inventar cosas muy raras, hay algunos que se quieren volver a la limosna de la Edad Media pero no hay que inventar cosas muy raras. Les propongo un sistema muy sencillo para que los millonarios puedan ayudar a salvar vidas: donan regularmente en función de lo que tienen. Lo donan por anticipado, y así, en lugar de tener que abrir pabellones deprisa y corriendo, podemos inaugurar hospitales. No acabo de descubrir la Luna, se llaman simplemente impuestos y hace falta que en este país los más ricos comiencen a pagarlos.

Desde Más País y Equo vamos a apoyar estas medidas. Nos parecen insuficientes, pero un paso es mejor que ninguno, aunque nos parece que hacen falta más pasos. Nos parece que nuestro voto a favor tiene que ser un voto que sea una invitación a avanzar más, a remar juntos, y también a no perder más tiempo; porque en este caso el tiempo es oro y cada semana es clave. 

Creemos que el Gobierno tiene que decidir una cosa fundamentalmente: si gestiona una crisis o gestiona dos. Y para no gestionar dos, no hay que cometer los errores de 2008. Hay que adelantarse y hay que garantizar que, mientras la gente está confinada, a la incertidumbre del confinamiento no se le suma la ansiedad de no saber si va a poder pagar las facturas, si va a tener un empleo esperando cuando salga de esta situación. El pueblo español, en nuestra opinión, está dando una magnífica lección de estar a la altura de la situación. Toca que el Gobierno español esté a la altura de su pueblo. Muchas gracias.

 

SEGUNDA INTERVENCIÓN

Hace una semana aprobamos y valorábamos aquí la declaración necesaria de las medidas excepcionales y lo hacíamos suponiendo adelantando o proyectando que iban a ser días difíciles para todos los españoles. Hoy ya no son los primeros diez días sino que votamos la prórroga por 15 días más y estoy convencido que hay mucha gente que nos ve con aprensión, que hay mucha gente que hoy echa mucho de menos a seres queridos o que nos ve con miedo. Las cifras ya las han comentado y no las voy a repetir pero llegamos en una semana muy dura y con unos números muy duros. Esos números nos sobrecogen pero también son una verdad. Yo no comparto la posición de los que quieren aprovechar esta situación para hacerle la guerra al gobierno en lugar de hacer la guerra al virus. 

Pero sí que creo que es de rigor decir que esta situación nos ha sobrepasado y que estamos en un momento en el que vamos tarde. Reaccionamos tarde y hacen falta medidas más contundentes. Yo entiendo señor Presidente que la decisión es muy dura y que es muy fácil hablar cuando uno tiene que estar en el lugar de quien toma las decisiones y me hago perfectamente cargo, pero creo que hay que acometer con urgencia y con total decisión. 

La decisión de que para frenar la curva y vencer al virus hay que parar al país y que como se ha dicho antes seguramente hay que ir a un confinamiento mucho más duro para que sea un confinamiento más corto y hay que ir a un confinamiento más duro para un confinamiento que el que salgamos con menos víctimas que lamentar y con menos destrucción económica y social. Eso es imposible si cada día millones de españoles tienen que seguir yendo a trabajar con miedo a contagiarse. Muchos sectores no esenciales. 

Está bien que se amoneste desde los balcones o desde la policía al que va a trabajar o al que resulta que se va a la compra y se demoró un poco más o tarda un poco más en volver a casa pero no se puede estar haciendo eso cuando millones de personas tienen que salir todos los días a trabajar con miedo a ver si traen el virus a su casa y a sus seres queridos. Y aquí se ha dicho muchas veces que el virus no tiene clase pero el miedo al contagio sí lo tiene. No todo el mundo puede teletrabajar y no todo el mundo se puede encerrar en casa. Hay sectores concretos que son los que están siendo carne de cañón que salen todos los días a trabajar con miedo a ver en qué condiciones vuelven a su casa básicamente porque le tienen más miedo al desempleo que al virus. Y eso no puede seguir siendo así. 

Y tenemos que decirlo claro, todas las víctimas nos duelen. Pero la pandemia también se ceba particularmente con unos españoles y no con otros. No se le puede pedir a la gente que se quede en casa como si esto fuera una cuestión de autoayuda, como si fuera una cosa de “bueno, nada, enciende el Netflix”. La gente para quedarse en casa tiene que tener las garantías y la libertad de que no tiene que elegir entre coronavirus o ruina. Tiene que tener las garantías de que no tienes que elegir entre precariedad o enfermedad y tienes que tener las garantías de que nadie le dice si mañana no vienes no te molestes que no tienes que venir al día siguiente y eso solo hay alguien que pueda hacerlo.

Lo decía antes: esta crisis ha matado el neoliberalismo. Nadie oye hablar ahora mismo de la mano invisible del mercado. Ni los más fanáticos del mercado dicen ahora que la mano invisible, que resulta que hay que liberalizar.. Es mentira y todos lo sabemos, solo ustedes pueden tomar esta decisión. Solo el Gobierno de España, solo el Estado español puede tomar la decisión de que los más débiles no tengan miedo al salir a la calle y puedan hacer el confinamiento que necesitamos. Necesitamos paralizar el país y que sólo los servicios esenciales que decida el Gobierno sigan funcionando. Necesitamos endurecer el confinamiento y limitar la movilidad para que el confinamiento sea más duro pero también más corto. Necesitamos llevar a la práctica del whatever it takes el cueste lo que cueste. Eso significa que todos los recursos esenciales para la sanidad pública tienen que estar bajo control público. No puede seguir habiendo camas vacías en los hospitales privados y no puede seguir habiendo como hay en la Comunidad de Madrid a las de los hospitales que como se le entregaron a los fondos buitres están todavía vacías y eso sólo lo pueden hacer ustedes. Hay que garantizar que hay más medios para los trabajadores de la sanidad. 

Hay que garantizar que todas las industrias que pueden reconvertirse para ponerse al servicio de la guerra contra el virus se reconvierten bajo control público empezando por las empresas textiles para fabricar mascarillas, por las empresas que puedan fabricar respiradores, por las empresas farmacéuticas, por todas las empresas que puedan servir al único objetivo nacional hoy legítimo. Y hay que decretar un 135 al revés para que esto no nos vuelva a pasar para que nunca más volvamos a ser líderes en Europa en tener pocas camas y tener pocas plazas en la UCI y que nunca más volvamos a estar en la cola en gasto por habitante en la sanidad y hay que garantizar un suelo de ingresos en la sanidad Bien está que haya cundido la metáfora del Plan Marshall con tal de que se ponga en marcha. Pero eso significa movilizar al menos los mismos recursos que cuando entonces. Si entonces se movilizaba entre un 5 y un 6 % del PIB + nosotros no podemos estar movilizando un 1,4%, que son datos de hoy del Banco de España que dice que nosotros movilizamos un 1,4% mientras que Corea del Sur moviliza un 2,9% y Alemania moviliza ya con muchos menos casos un 3,5%. Solo ustedes se pueden encargar de que haya un confinamiento sin miedo. De que la incertidumbre no se les suma el miedo, de no saber si va a poder pagar las facturas, si cuando salga habrá un empleo que me esté esperando. Si voy a poder salir de ésta. Y en eso ustedes cuentan con muchas cosas a favor pero con una que contamos todos en contra. Hay el consenso de los expertos, hay en mi opinión la inmensa comprensión y el consenso de la sociedad española. Hay la falta de comparecencia del adversario ideológico: los neoliberales están escondidos y son más estatistas y más socialistas que los socialistas en algunos casos. 

Lo único que no tenemos es mucho tiempo. Lo único que no tenemos son semanas y semanas porque no todo el mundo puede aguantar semanas. Yo sé que se ha dicho en repetidas ocasiones por parte del Gobierno que seguirán viniendo más medidas y que se seguirá avanzando, y hemos pedido medidas en alquileres y hemos pedido medidas en un ingreso básico que no deje a nadie atrás. Hemos pedido medidas para los autónomos. Pero no todo el mundo puede aguantar una semana o dos. Y en ese sentido la reconstrucción empieza ahora evitando que se pierdan empleos evitando que se cierren empresas evitando que vayan a la quiebra familias.  Por eso es urgente que se tomen decisiones de más calado y más ambiciosas de inmediato. Tengo la sensación de que hoy las medidas más tibias exigen hacerse cargo de que la historia ahora va acelerada y que las medidas más tibias exigen hacerse cargo de que esto es un momento de excepción, y que si no no habrá hueco ni para las medidas tibias ni para la no tibias y que por tanto este es un momento de atreverse. Y en esa senda a nosotros nos van a encontrar. Hay consenso y hay dinero. (Antes decía que la economía nunca ha sido tan claramente política como ahora). Ahora resulta que si hay consenso para una cosa resulta que dinero sí que hay. Hay consenso, hay dinero, hay la aprobación mayoritaria de la sociedad española; lo único que no tenemos es tiempo. 

Sé que hay mucha gente que nos está escuchando con miedo que ha perdido a alguien. Que tiene que seguir trabajando. Hay muchos mayores que están solos, hay mucha gente que estos días los pasa con congoja, hay muchos niños que llevan mucho tiempo sin poder salir a correr. Quiero que mi último mensaje sea para ellos y para ellas. Lo decía el otro día: vamos a salir de esto vamos a salir juntos y vamos a salir como pueblo y al Gobierno le pedimos que esté a la altura del pueblo español. Muchas gracias.

 

RÉPLICA

Señor Presidente, ya sabe usted que cuenta con nuestro voto que cuenta con nuestro voto a favor para esta prórroga, faltaría más, y solo le pido que, después de constatar que efectivamente tenemos cinco dedos en cada mano, tome nuestro voto como un apremio. Nosotros vamos a votar a favor de esta prórroga. Queremos remar a favor y queremos remar junto con el Gobierno. Y simplemente queremos constatar que, en nuestra opinión vamos, y esto no lo digo con ninguna intención de atacar al Gobierno, como país por detrás del virus. Es verdad que hay mucha gente que nos puede decir que ya lo sabía y que tenía un plan secreto. Pero no se lo escuchamos. Así que yo no lo digo con ninguna intención de hacerle la guerra al gobierno, sino de ganarle la batalla al virus. Pero creo que vamos por detrás y que ese ir por detrás no es un peligro de que discutamos unos partidos con otros. Creo que el peligro fundamental es que el ir por detrás hay gente que lo paga. Y hay algunos sectores que lo pagan más que otros. Hay algunos sectores que lo pagan más duro que otros y que lo pagan con sus vidas. Por eso era por lo que le decíamos que en primer lugar creemos que hay que ir a una parálisis más contundente y más corta. 

Es verdad que cuando decimos que hay que parar todos los servicios esenciales y que lo decida el gobierno podríamos entrar en la casuística de cuáles son y cuáles no. Pero yo no creo que sea técnica no hay decisión más política que decidir quién se arriesga a vivir y quién no. Es política concentrada. Yo lo siento y sé que será impopular. No creo que esta especie de cosa de manuales de autoayuda de que en estos momentos hay que dejar las ideas y hay que dejar la política. Es al revés. Es justo ahora cuando hay que decidirse por un rumbo o por el otro y nosotros proponemos uno. Hay que paralizar el país completamente, todas las actividades que no sean esenciales, y ahí estamos diciendo que lo decida el Gobierno. 

Pero le pongo dos ejemplos: el Burger King y las obras. ¿Son criterios técnicos los que determinan que estén abiertos? Pues yo me imagino que aquí se están jugando muchos intereses. Yo le pido al Gobierno de España, que es un gobierno progresista, que vaya al menos tan lejos como están yendo los gobiernos no llamadamente progresistas de Francia e Italia. 

En segundo lugar, lo que decimos sobre la sanidad, poner todos los recursos al servicio de la sanidad pública, reconvertir toda la industria al único objetivo de servir al enfrentamiento nacional contra el virus. Y con lo que tiene que ver con el programa nacional de reconstrucción, garantizar que el confinamiento no es miedo. Garantizar que el confinamiento no es pobreza, que no es exclusión. Primero para que quien se quede en casa se quede con más tranquilidad y se quede con más calma. Y en segundo lugar, porque la reconstrucción no va a empezar el día en que salgamos de nuestras casas, empieza ahora. Empieza determinando ahora cuántos puestos de trabajo se pierden o cuántas empresas se pierden. Empieza ahora, evitando que cuando salgamos nos encontremos un paisaje desolado.

Yo sí creo que es el momento de la política. Por eso le propongo un rumbo: que primero tiene que ir la gente, que primero tiene que ir parar España y cuidar del confinamiento; y que para nadie el confinamiento sea pobreza, sea miedo o sea exclusión social. Sé que hay otros intereses en juego. La política siempre es decidir intereses y en este momento creo que usted contaría con un inmenso apoyo en la sociedad española si antepone los intereses de la salud y la tranquilidad de todos los españoles a la posibilidad de hacer lucro de grupos privados, de intereses privilegiados.

Es verdad que son discrepancias antagónicas, pero en este caso me temo que el tiempo y que la diferencia de tomar unas medidas ahora o tomarlas dentro de dos semanas puede tener mucho que ver con el dolor y con el sufrimiento, sobre todo para las familias trabajadoras, que son las que están llevando esto con más dificultades. Muchas muchas gracias.